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La pandemia destronó la interacción con el exterior y alteró nuestros hábitos por completo, en especial, el del sueño. Tal fue su impacto que la palabra INSOMNIO superó su búsqueda en 2020, de acuerdo al resumen ofrecido por Google. La inquietud por hallar remedios para hacerle frente al desvelo demostró que la ansiedad, las preocupaciones y la confusión, debido al cambio de vida repentino y a la situación sanitaria, eran responsables de un trastorno en el descanso nocturno. Hoy, los expertos en neurología del sueño nombraron a este fenómeno como “coronasomnia” o “covidsomnia”.
Un contraataque en el periodo de confinamiento.
En pocas palabras, el coronavirus insertó una secuela, quizás ajena a la misma enfermedad: el insomnio, aunque los especialistas en medicina del sueño advierten que puede tratarse de otra pandemia, no de un efecto común por el confinamiento.
Así pues, la modificación brusca de la rutina apagó los aires de libertad y de comunicación personal, trayendo a su lado las noches sin sueño. Para soportar dicha hipótesis, la Academia de Medicina del Sueño de Estados Unidos develó que en 2020 tan solo el 20 % padecía problemas para dormir, pero en 2021 se triplicaron los casos y con ello, se diagnosticó una subida en la tasa de personas con depresión y ansiedad en Norteamérica.
Por su parte, en el Reino Unido se mostró que, por cada seis personas, una experimentaba insomnio, pero en agosto de 2020 la cifra se redujo y pasó a uno por cada cuatro. De modo que, dar vueltas en la cama y el uso de pantallas a altas horas de la noche se hizo más frecuente de lo normal.
¡Vaya que las malas noches cogieron su popularidad en millones de hogares alrededor del mundo! Tanto la población en general como los trabajadores de la salud, fueron tocados por este fenómeno del sueño o bien, su calidad del sueño sufrió una disminución y que, para algunos no ha dejado de ser un problema en 2021.
Covidsomnia, el “estado de alarma” de nuestro ciclo de sueños.
Nuestro cuerpo estaba acostumbrado a recibir señales y prepararse de forma activa si iba a trabajar o con suma relajación para irse a la cama, por dar un ejemplo. En sí, la pandemia revolvió la vida cotidiana, cual torbellino, y nos obligó a rehacerla, poniendo todas las actividades “patas arriba” y frente a una pantalla, la mayor parte del tiempo. ¡Nos costó un serio quebradero de cabeza!
No obstante, esta descompensación no solo generó desvelos, sino que como efecto dominó, cayó tras él una larga fila de consecuencias. En este sentido, las escasas o ausentes horas de sueño pusieron al pie del cañón la falta de concentración, el cansancio, la somnolencia, ansiedad, irritabilidad o los problemas de memoria. Y, en su escala más crónica, pudo debilitar el sistema inmunológico, provocar obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Como parte de esta ola “zombie”, los estragos de las noches en blanco dispararon en 2020 el consumo de ansiolíticos, y es que hacer un bloqueo temporal de este efecto pandémico se convirtió en una urgencia. Para los profesionales del sueño, en este contexto se hace fundamental considerar la “covidsomnia” dentro de las políticas de salud mental de cada país, dadas sus alarmantes implicaciones.
¿Cómo atacar la covidsomnia? Recomendaciones para recuperar el descanso.
Como solución para mitigar los estragos de la “coronasomnia”, los médicos aconsejan enfocarse en la higiene del sueño. Estas pautas para reconstruir el descanso y no enemistarse con las almohadas, basan su objetivo en mantener el ritmo como era antes del confinamiento, por lo que solo se necesita aplicar un poco de disciplina y compromiso consigo para “estrechar lazos” con el dulce sueño. A continuación, te indicamos algunas sugerencias de los expertos:
– Plantearse un horario constante que regule el sueño; es decir, fijarse horas precisas para acostarse y para despertar.
– No hacer comidas pesadas antes de irse a la cama y mantener una alimentación sana.
– Hacer ejercicio, de modo que mejore la salud y el cuerpo busque compensar la energía gastada durante el entrenamiento.
– Evitar automedicarse con psicofármacos que puedan desafiar al cuerpo en plazos medios o largos. Asimismo, debe limitarse el consumo de cafeína, alcohol y otras sustancias durante el día.
– No usar en exceso las pantallas con luz azul o, al menos apagarlas una hora antes de irse a dormir, ya que disminuye el sueño.
Regresa, recupera, reemplaza. ¡Vuelve a tus sueños!
– Limitar el consumo de información antes de dormir, puesto que puede generar ansiedad e incrementar las preocupaciones.
– Minimizar el trabajo nocturno, si bien deben establecerse horarios aún para el teletrabajo y tener consciencia del momento en el que debes apagar el ordenador y preparar tu cuerpo para dormir.
– Dormir en un colchón adaptado a tus necesidades y gustos, con una firmeza óptima y que no produzca hundimientos. Es cierto que, las características de la cama están relacionadas con cuán restaurador puede ser o no el descanso y esto tiene que ver con su composición y la distribución de sus espumas. Ahora, para dormirse profundamente y alcanzar la reposición total del cuerpo, el más apto es el colchón ecológico.
Eso sí, para conseguir el bienestar y no temer a que la cama “te saque a patadas”, el ciclo de descanso debe ser profundo y continuo. Para sostenerlo, también contribuye un ambiente ideal en tu dormitorio. Por ende, los elementos como la iluminación, la temperatura, el silencio y la ropa de cama son estimulantes exclusivos (a tu gusto) para llevarte a las nubes. ¡Es hora de mitigar los daños causados por el aislamiento! ¡Estrésate menos, duerme más!
¡Estos consejos te devolverán la calma nocturna que tanto ansías! Si tienes problemas para dormir de tirón, escríbenos. Tal vez tu dormitorio está de huelga y exige una cama naturalmente perfecta para ti, una Lobide.